El proceso de construcción de un arte gallego aparece ligado desde el siglo XIX a la formulación de una idea de reconstrucción de la identidad colectiva, de una idea de nación –plasmada según el momento histórico bajo diversas denominaciones: provincia, región, nación– y en ese sentido son constantes a lo largo de este siglo y medio las referencias y debates que ligan la visión de una pintura o de una plástica propia al desarrollo cultural en general, en el que el hecho literario y lingüístico tenía un protagonismo singular.
Hay que tener en cuenta que la creación del movimiento galleguista es clave para entender este proceso –incluso para los que no estuvieron ligados a él– ya que este movimiento persigue, en palabras de Xoán González-Millán, siguiendo a Jürgen Habermas, “la creación de un espacio público nacional gallego” que en el caso de las artes plásticas está ligado a las tentativas que en materia de proyección de la lengua gallega se desarrollan en ámbitos como el literario, el teatral o la investigación sobre los máis variados aspectos de la realidad gallega, que tiene en el Seminario de Estudos Galegos –creado en 1923– un destacado exponente.
Este proceso de conformación y construcción de un espacio cultural nacional adquiere una importante aceleración en el primer tercio del siglo XX y sólo se ve frenado por la fractura que supuso la Guerra Civil. Los años previos al conflicto son tiempos en los que asistimos a los más serios intentos renovadores del panorama plástico: desde la obra y la reflexión sobre las artes de Castelao hasta el movimiento de “Os Novos”, conocido como el Movimiento Renovador del Arte Gallego (Maside, Souto, Colmeiro, Torres...), pasando por los artistas coruñeses que giran en torno a la vanguardista revista Alfar (Francisco Miguel, Huici). Con ellos y complementando su labor estarían los intentos de reflexión teórica de intelectuales, como los importantísimos de Rafael Dieste, que forman parte y completan este proceso.
Mientras en Galicia se destruye todo el tejido cultural creado en la preguerra, en el resto de España bajo control de la República se nota una importante presencia de artistas e intelectuales gallegos: Castelao, Arturo Souto, Rafael Dieste, Lorenzo Varela... Todos ellos colaboran en distintas iniciativas culturales, realizando obras en las que se refleja la situación política y social del momento, editando e ilustrando publicaciones culturales, algunas específicamente dirigidas a los gallegos, entre las que destaca la revista Nova Galicia, editada en Barcelona entre abril de 1937 y julio de 1938, publicación en la que hallamos ilustraciones sobre todo de Castelao, en especial de sus Álbumes de guerra, pero también de Manuel Colmeiro; de Arturo Souto, de los Debuxos de guerra ; de Luis Seoane, de su serie Estampas da traición; y entre los no gallegos sobresale la presencia de Ramón Gaya.
Terminada la guerra, cientos de miles de personas en Galicia se ven en la obligación de partir, en particular a América, por lo que se crea un importantísimo núcleo intelectual. Los exiliados se centran sobre todo en los lugares de tradicional emigración, principalmente en Argentina, Uruguay y México, aunque hay una dispersión por todo el continente.
Los artistas expuestos en esta muestra del MARCO de Vigo fueron: Maruja Mallo, Ángel Botello, Arturo Souto, Carlos Velo, Castelao, Eugenio Granell, Isaac Díaz Pardo, José Suárez, Luis Seoane y Manuel Colmeiro.
Catálogo colectivo, 2005.
Textos: Xerardo Álvarez Galego, Antonio Baltar, Eduardo Blanco-Amor, Castelao, Manuel Colmeiro, Isaac Díaz Pardo, Rafael Dieste, Miguel Anxo Fernández, Eugenio Granell, Carlos López Bernárdez, Maruja Mallo, Luis Seoane, Luis Soto Fernández, Lorenzo Varela, Carlos Velo.
Idioma: Galego / Castellano.
Páginas: 221
Encuadernación: Tapa blanda
Formato: 24 x 30 cm