'Pittore' es el título con el que el MARCO de Vigo presenta, por vez primera en un museo español, una completa panorámica de la producción reciente de Lluís Lleó (Barcelona, 1961) desde su regreso de los Estados Unidos en 2017. Un trabajo, realizado en la distancia del retorno a su tierra natal, que ofrece una mirada retrospectiva e introspectiva de su experiencia de casi treinta años en América.
Bajo este epígrafe, extraído de un cuadro de Philip Guston, Lleó rinde homenaje a algunos de los artistas que le han inspirado –Eva Hesse, Jannis Kounellis: Hesse (2021-22 y 2023), Jannis en Lalibela (2023)– y a la misma pintura, que se despliega en la exposición en las más variadas técnicas y soportes, incluyendo disciplinas como la escultura y la instalación. Pero, sobre todo, Pittore es la afirmación como pintor de un artista con vocación de arquitecto –Yo quería ser arquitecto (2023)–, cuya obra se expande más allá de los márgenes del marco o del soporte pared –Nosotras (2020-22), Guetaria 1895 (2022-23)–, se abre a múltiples “ventanas” dentro del cuadro –Gould (2019), Acuérdate de mirar (2022), Paisaje líquido I y II (2022)– o construye entornos en los que habitar la pintura –Aquí vive un pintor (2022).
El corazón de la muestra es el panóptico, donde Lleó ha instalado una estructura circular de acero revestida de terracota pintada al fresco, The Perfect Year, una pieza iniciada en 2008 tras el fallecimiento de su padre, también pintor.
'The Perfect Year' es una suerte de dietario íntimo del artista: 365 son los bloques que componen esta obra en proceso en la que Lleó ha ido anotando paisajes, fechas, presencias y, sobre todo, ausencias. Un círculo espacio-temporal que viene a cerrar, de alguna manera, todo un itinerario vital.
A partir de este centro, el universo de Lleó se extiende por las galerías y patios del MARCO a través de pinturas sobre lino o papel y esculturas en madera y piedra cubiertas por fresco, óleo, acrílico, acuarela, tinta o grafito, piezas que dialogan entre sí y transforman la experiencia del espacio en un montaje que es una intervención. Todo un despliegue de técnicas que exhiben la maestría de un pintor afecto al oficio y que tienen su principio en el dibujo, la idea anotada en el cuaderno, que luego toma cuerpo en los más variados soportes.
Así, la serie sobre papel Nepal o Buhtan de 2015-16 –Cypris, Vitrea, Hecuba, Nestira…–, obras que llevan por título los nombres de las cuarenta y ocho variedades de mariposa Morpho. Un conjunto que evoca la delicadeza del lepidóptero y la fragilidad del soporte: dibujar en el ala de una mariposa. Pero también el grupo de esculturas titulado Oz (2022), bloques de piedra en forma de L invertida (¿LLuís LLeó?) de los que cuelgan papeles a cera y lápiz que insinúan los calcos para trasladar el dibujo al fresco y que se disponen al modo de los mojones de los caminos. Una serie que sugiere la idea, tan cara al pintor, de la pintura habitable, “refugio” momentáneo para el espectador en una obra, la de Lleó, que es siempre “una suerte de viaje”.
El trabajo de Lluís Lleó conjuga la intimidad y la apelación al espectador, la contundencia y la ligereza, la expresividad de técnicas y materiales y la depuración de las formas, para también disolver las fronteras entre abstracción y figuración, lo geométrico y lo orgánico, pues sus motivos, aun los menos referenciales, siempre remiten a emociones, recuerdos, paisajes o habitáculos vividos.
- Rosa Gutiérrez Herranz y Miguel Fernández-Cid, comisarios de la exposición.
Páginas: 206
Encuadernación: Tapa dura entelada
Formato: 21.50 x 28 cm
Textos: Español / Galego / Inglés